La escena del crimen
En el Colegio Williams, después de que el pequeño Ábner se ahogó el lunes de la semana pasada, las autoridades de la escuela no preservaron lo que coloquialmente se conoce como la “escena del crimen”, el presunto “homicidio con dolo eventual” que investiga oficialmente la Fiscalía General de Justicia de la Ciudad de México (FGJ).
Mensaje Político
Alejandro Lelo de Larrea
En el Colegio Williams, después de que el pequeño Ábner se ahogó el lunes de la semana pasada, las autoridades de la escuela no preservaron lo que coloquialmente se conoce como la “escena del crimen”, el presunto “homicidio con dolo eventual” que investiga oficialmente la Fiscalía General de Justicia de la Ciudad de México (FGJ).
A tal grado se descuidó el resguardo del sitio en el Colegio Williams, que incluso, un par de horas después de lo ocurrido, continuaron dando clases.
En el deportivo Sportium, donde el pasado 31 de octubre el niño Gibrán cayó de una altura de 6 metros y luego perdió la vida, tampoco se preservó “la escena del crimen”, donde la FGJ indaga el hecho como “homicidio”.
Ahí, el personal del club limpió el sitio donde cayó Gibrán. Había sangre. Incluso, cambiaron el domo quebrado con lo que eliminaron las evidencias.
Encima de todo, se denunció el hecho ante la Fiscalía capitalina ¡dos días después!, cuando debió ser de inmediato. Gibrán falleció, oficialmente, por traumatismo craneoencefálico, consecuencia de una caída tras la ruptura del cristal de un domo, cuando lo atravesaba para ir a recoger un balón.
También en el Sportium continuaron las actividades deportivas con regularidad momentos después de lo ocurrido. Fue apenas el martes, ¡15 días después!, cuando (no la Fiscalía) el Instituto de Verificación Administrativa (Invea) del Gobierno capitalino suspendió actividades del club.
Como tal, en la Ley no existe el delito de alteración de la escena del crimen, pero pueden tipificarse otros, como encubrimiento u obstrucción de la justicia. Así ocurrió en el caso del homicidio del ex gobernador de Jalisco, Aristóteles Sandoval, ocurrido en diciembre de 2019, en un bar de aquella entidad.
Nunca detuvieron a los responsables del homicidio, pero sí a 11 trabajadores del restaurante donde lo acribillaron, quienes fueron sentenciados como penalmente responsables por encubrimiento.
En la Ciudad de México, en 2019, dos agentes de la Fiscalía fueron detenidos porque “sustrajeron” un casquillo de la escena de un doble asesinato en Gustavo A. Madero. También fueron procesados por encubrimiento.
La propia fiscal capitalina, Ernestina Godoy, ha reconocido que en la capital es común que investigaciones fracasen porque se alteró la escena de los hechos.
Hay jurisprudencia de la Suprema Corte en la que se establece, en esencia, que de existir cualquier clase de modificación, supresión o alteración de material probatorio de la escena del delito, da pauta para plantear hipótesis delictivas o supuestos erráticas.
En ambos casos, la Fiscalía tiene que indagar quién dio la instrucción de que continuaran las clases de natación en el Colegio Williams después de los lamentables hechos.
En el caso del pequeño Gibrán, la Fiscalía también debe investigar a las autoridades del Hospital Xoco, que pertenece al Gobierno de la CDMX, pues los padres del menor acusaron que no quisieron atender al niño, porque “no había insumos ni el equipo necesario para realizarle una tomografía”.
La Fiscalía tiene que determinar si, además, se configuran delitos como obstrucción de la justicia o encubrimiento, por haber alterado “la escena del crimen”.
Y si la “4T” verdaderamente es diferente, su indagatoria tiene que incluir a directivos y propietarios de la escuela y el deportivo, para esclarecer si tienen o no alguna responsabilidad. Lo veremos.