Barco a la deriva, el deporte en la Ciudad de México
+Sigue en la incertidumbre el nombramiento del titular del Instituto del Deporte de la CDMX
+Urgente la definición de liderazgo que conduzca el timón
+A diez días de la asunción del gobierno de Clara Brugada, pervive el desasosiego donde fue la sede de la histórica olimpiada de 1968
+Indefinición que deja en el vacío importantes procesos administrativos y decisiones estratégicas, en pro de la salud pública
El Llanero Solitario
En medio de un momento crucial para el deporte en la Ciudad de México, la ausencia de un titular en el Instituto del Deporte de la Ciudad de México (Indeporte) ha comenzado a generar problemas visibles, cuyas consecuencias afectan tanto el presente como el futuro de diversas disciplinas y actividades en la capital. No hay nadie en el timón de un barco a la deriva, a diez días de la asunción del gobierno de Clara Brugada.
A bordo pervive el desasosiego, paradójicamente, en la ciudad sede de la histórica Olimpiada de 1968.
La falta de designación del nuevo director no solo ha paralizado importantes procesos administrativos, sino que también ha dejado en el aire decisiones estratégicas que deben tomarse con urgencia.
El primer gran impacto de esta situación se ha evidenciado durante la conmemoración de la inauguración de los Juegos Olímpicos de México 1968, un evento que debería ser un símbolo de orgullo deportivo para la ciudad y el país.
Sin embargo, la falta de coordinación y liderazgo ha ocasionado la ausencia de actividades significativas que conmemoren esta histórica fecha. Lejos de fortalecer el legado olímpico, la inacción ha enviado un mensaje preocupante sobre el estado actual del deporte en la ciudad.
La oportunidad de reivindicar el espíritu olímpico y de involucrar a las nuevas generaciones en el significado de esta celebración ha quedado desaprovechada, reflejando un vacío que, sin duda, afecta la moral deportiva.
A la par de esta situación, otro frente que requiere atención urgente es la falta de definición en las políticas públicas deportivas, tanto generales como específicas. Uno de los ejemplos más preocupantes es la incertidumbre en torno a los equipos representativos de la Ciudad de México que competirán en los Nacionales Conade.
Estos juegos son, año tras año, la plataforma donde se forjan los futuros talentos deportivos del país, y cualquier retraso en la preparación o en la estructuración de los equipos puede traducirse en un desempeño deficiente.
Sin una estrategia clara y un liderazgo sólido que impulse a estos atletas, se corre el riesgo de que las metas y expectativas trazadas para el próximo ciclo competitivo no se cumplan.
La carencia de una visión directiva que coordine los esfuerzos en estas y otras áreas no solo pone en peligro la representación de la capital a nivel nacional, sino que también deja a la deriva el futuro de programas que fomentan el deporte social y comunitario.
Dichos programas, clave para el desarrollo físico y emocional de miles de jóvenes y ciudadanos, dependen de decisiones que, en el contexto actual, simplemente no se están tomando.
Mientras la espera por un nuevo titular se prolonga, los proyectos que buscan llevar el deporte a todos los rincones de la ciudad corren el riesgo de estancarse, lo cual podría ser devastador para la salud pública y el tejido social de la capital.
El Instituto del Deporte de la Ciudad de México ha sido históricamente un pilar para el desarrollo del deporte en el país. Sin embargo, hoy se enfrenta a un momento crítico donde la falta de liderazgo compromete su función y su capacidad de respuesta ante las necesidades de la comunidad deportiva.
Las expectativas en torno a la designación del nuevo titular son altas, pero la urgencia de la situación exige que se aceleren los procesos de selección. El deporte en la ciudad no puede permitirse el lujo de continuar a la deriva, y la falta de acciones concretas para revertir esta situación ya está comenzando a cobrar una factura.
La Ciudad de México necesita con urgencia un liderazgo decidido que no solo aborde los problemas actuales, sino que también tenga una visión de largo plazo para consolidar el deporte como un eje de desarrollo social, educativo y cultural. Un titular que sea capaz de trabajar en coordinación con los sectores involucrados y que, además, tenga la capacidad de implementar políticas públicas inclusivas que fortalezcan las oportunidades para todos.
Es fundamental que esta designación no se demore más, porque el deporte, como parte esencial de la vida de una ciudad, no puede detenerse.