Futbol: poderosa anestesia digital

Futbol: poderosa anestesia digital

 No podemos permitirnos seguir viviendo en una

burbuja futbolera mientras el mundo arde.

 

Por Geoffrey Recoder*

En los últimos días, el buscador más poderoso y consultado del planeta, Google, arrojó una radiografía brutal de las prioridades informativas del mundo.

Según datos de Google Trends difundidos por la cuenta Black Maps, sólo dos términos dominaron las búsquedas globales: “Mundial de Clubes” e “Irán”.

Podría parecer un empate de intereses entre el deporte y la geopolítica, pero no lo es.

En América Latina, desde México hasta la punta más austral de Argentina, la tendencia es devastadora: el futbol acapara la atención, mientras los conflictos internacionales apenas existen en la conciencia colectiva.

No se trata de despreciar el deporte.

El futbol es una manifestación cultural legítima, pero el problema emerge cuando se convierte en el opio moderno de los pueblos, en la cortina de humo que oculta lo verdaderamente urgente, lo que amenaza la paz mundial, los derechos humanos, el futuro del planeta.

Mientras Irán vive un momento de tensión máxima con Israel, con Estados Unidos implicado militarmente y con consecuencias impredecibles en toda la región del Medio Oriente, millones de latinoamericanos están más preocupados por quién alineará en el Mundial de Clubes, o si su selección pasará de ronda en la Copa Oro.

Y sí, el nombre correcto es “Copa Oro”, un torneo de la Concacaf que apenas tiene trascendencia fuera del continente, pero que se vive con la pasión de una final de la Champions.

Este fenómeno no es casual.

Es el reflejo de un continente con una herida profunda en su sistema educativo, con fracturas estructurales en su acceso a la información, y con una preocupante propensión a consumir entretenimiento como escape, no como complemento.

En América Latina, el nivel de comprensión lectora está por debajo del promedio mundial en más del 60% de los países, según el último informe PISA. A esto se suma la bajísima inversión pública en ciencia, cultura y educación en la región: México, por ejemplo, invierte menos del 0.5% de su PIB (Producto Interno Bruto) en investigación científica, mientras que Corea del Sur destina más del 4%.

La consecuencia de esta precariedad es visible en el algoritmo.

Google no miente.

El comportamiento de búsqueda revela que el futbol es el tema dominante, no por casualidad, sino por diseño cultural. Medios de comunicación, sistemas escolares, gobiernos populistas y redes sociales alimentan esta distracción colectiva, una anestesia digital que transforma a ciudadanos en fanáticos, y a los problemas globales en ruido lejano.

Mientras tanto, Irán e Israel juegan un partido que no es amistoso, que no se transmite por TUDN ni ESPN, pero cuyas repercusiones pueden cambiar la historia de la humanidad. A mediados de este año, el conflicto escaló con ataques directos, amenazas nucleares, sanciones económicas y despliegues bélicos sin precedentes. Las tensiones en el Estrecho de Ormuz podrían afectar el suministro de petróleo global. Estados Unidos ya movilizó flotas en el Golfo Pérsico.

Y aunque esta situación debería ocupar los encabezados y las conversaciones familiares, en América Latina se celebra un gol de penalti como si el mundo no estuviera al borde del abismo.

El contraste es tan obsceno como revelador.

Mientras los ciudadanos en Europa, Asia y Medio Oriente buscan comprender las implicaciones de un posible conflicto multinacional, en América se pregunta: ¿quién será el próximo refuerzo del equipo de futbol América?, ¿Messi jugará la final del Mundial de Clubes?, ¿cuántas camisetas se vendieron tras el último partido del Inter Miami?

No se trata de prohibir el futbol. Se trata de ponerlo en su sitio.

El deporte puede ser un medio para la educación, para la integración social, para el desarrollo humano. Pero cuando se convierte en el centro absoluto de la vida informativa de millones de personas, deja de ser una actividad recreativa y se transforma en una prisión ideológica, un mecanismo de control que fomenta la ignorancia y el conformismo.

La solución no está en censurar el futbol, sino en elevar el nivel de conciencia ciudadana, en hacer que la educación deje de ser un privilegio y se convierta en el motor de una ciudadanía crítica. Es responsabilidad de los medios, de los gobiernos, pero también de cada persona, el buscar información relevante, contrastarla, entender el contexto geopolítico, económico, ambiental y social que define nuestra época.

No podemos permitirnos seguir viviendo en una burbuja futbolera mientras el mundo arde.

¿De qué sirve saber cuántos goles lleva tu equipo si ignoras por qué sube el precio de la gasolina? ¿Qué importa si tu selección clasifica, si no entiendes qué impacto tiene una guerra en Medio Oriente sobre tu economía? La ignorancia no es libertad. Es vulnerabilidad. Y en un continente como el nuestro, tan marcado por la desigualdad, la ignorancia es también una forma de esclavitud.

Las cifras son frías pero contundentes.

Según Statista, el 80% de los usuarios de redes sociales en América Latina comparten más contenido deportivo que político o educativo. Y sólo el 12% de los jóvenes entre 15 y 24 años pueden identificar correctamente los países involucrados en un conflicto bélico actual. ¿Qué futuro puede construirse sobre este piso tan endeble?

Hoy el algoritmo nos pone un espejo en la cara. Nos dice que somos más hinchas que ciudadanos, más seguidores de camisetas que constructores de paz. Y ese diagnóstico debería alarmarnos. Porque mientras celebramos un gol más en la Copa Oro, hay un niño en Gaza que muere por un bombardeo, una mujer iraní que es perseguida por alzar la voz, un soldado estadounidense que parte al frente sin saber si volverá.

Y nosotros, aquí, discutimos sobre si fue fuera de lugar.

La historia no se detendrá a esperarnos.

El futuro se construye con información, con sensibilidad, con compromiso.

El futbol puede ser parte de ese camino, pero no puede ser el único idioma que hablemos.

Porque si no entendemos el mundo, el mundo acabará decidiendo por nosotros.

Y entonces ni el mejor gol nos salvará.

 

Alfonso Geoffrey Recoder Renteral

Titular del portal El Deporte no Descansa. Especialista en Gestión, Dirección y Administración en Cultura Física y Deporte. Doctor Honoris Causa. Posdoctorando en Derecho. Doctor en Ciencias de la Educación. Doctorante en Administración y Política Pública. Maestro en Gestión de Entidades Deportivas. Maestro en Administración. Maestro en Ciencias de la Educación con especialización en Gestión de Estudios Superiores. Maestrante en Ciencias del Deporte. Maestrante en Metodología del Entrenamiento Deportivo. Licenciado en Educación Física. Licenciado en Derecho.  Cursó el Seminario Sports Visitor Program: Enhancing the Paralympic Movement, United States Olympic & Paralympic Committee, Colorado Springs, USA. Cursó el Seminario Técnico–Metodológico para Directivos del Deporte de Alto Rendimiento en la Universidad de la Cultura Física y Deporte “Manuel Fajardo”, Cuba. Cursó el Seminario en Gestión de Entidades Deportivas en la Escuela Universitaria del Real Madrid, España. Cursó el Diplomado en Alta Dirección en el Deporte, por la Confederación Deportiva Mexicana.

CATEGORIES
Share This