Hermanados, árbitros de futbol y jueces

Hermanados, árbitros de futbol y jueces

 

El Llanero Solitario
(Columna invitada)
Ciudad de México, 11 de septiembre (BALÓN CUADRADO).- Imagina que el arbitraje en el futbol fuera como esta reforma al Poder Judicial mexicano.
En el futbol, los árbitros son los encargados de hacer cumplir las reglas del juego, asegurando que se juegue de manera justa y sin trampas. Para llegar a ser árbitro profesional, especialmente en ligas como la Primera División, no basta con que alguien sea fanático de este deporte o que simplemente conozca las reglas.
Los árbitros pasan por un proceso riguroso: años de formación, exámenes, prácticas y evaluaciones, todo para garantizar que quienes lleguen a arbitrar partidos importantes sean los más preparados, los que tienen la experiencia y el conocimiento necesarios para tomar decisiones justas e imparciales en el campo.

 

Ahora, imagina que un día alguien propone cambiar todo este sistema. Ya no se necesitarían años de formación ni exámenes.

Para ser árbitro, solo necesitarías haber «jugado al futbol» en alguna ocasión, tener la aprobación de algunos vecinos, y lo más importante: los árbitros serían elegidos por votación de los aficionados.

Al principio, podría sonar bien.

Después de todo, ¿quién mejor para elegir a los árbitros que los propios aficionados, aquellos que viven el futbol día a día?

Pero aquí viene el problema: los dueños de los equipos (en este caso, los partidos políticos) empezarían a influir en los aficionados para que voten por árbitros que les convengan.

¿Te imaginas que un dueño poderoso logre que un árbitro que le favorezca arbitre sus partidos?

 Esto pondría en peligro la justicia en el futbol, ya que los árbitros no serían imparciales.

Pero no solo eso.

También el comercio informal y los revendedores de boletos (la delincuencia organizada) podrían meter las manos en el proceso. Si un grupo con intereses oscuros logra que un árbitro controlado por ellos sea elegido, los partidos podrían estar a su favor, lo que destruiría la esencia del Fair Play.

Y lo más preocupante: los aficionados, que pueden tener pasión pero no siempre el conocimiento técnico del arbitraje, decidirían quiénes serán los jueces en los partidos más importantes.

Esto sería como pedir a los espectadores de un partido que elijan al árbitro sin conocer si realmente está capacitado para el trabajo.

Al final, ¿qué sucedería?

Los partidos serían injustos, los jugadores perderían confianza en las decisiones, y el futbol, que debe ser un deporte con Fair Play y competitivo, se vería afectado por intereses externos.

En el sistema judicial pasa algo muy similar.

Los jueces son como los árbitros en la sociedad: son los encargados de asegurarse de que se respeten las reglas, de garantizar que la justicia sea imparcial y que nadie haga trampa en el «juego» de la vida. Si los jueces empiezan a ser elegidos por influencias políticas, crimen organizado o por personas sin el conocimiento técnico adecuado, el sistema de justicia perdería su integridad.

Elegir a los jueces sin un proceso de evaluación riguroso es como elegir a los árbitros de fútbol sin entrenarlos adecuadamente ni medir su capacidad.
Los riesgos para el juego, o en este caso, para la justicia, serían enormes.
 Pobre México… pobre futbol.
CATEGORIES
Share This